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Hace unos días me sorprendió el post que Miss Rosenthal publicó en su blog, el cual me hizo recordar a mí misma esas pequeñas triquiñuelas de la infancia. De cómo jugábamos e inventábamos juegos a cada rato. Y cómo la frase "¿vale que...? lo que fuera", era suficiente para inventarnos una historia y pasarnos la tarde entera en nuestro universo. Ahí a voz en grito, cuando había algo por elegir, véase una piedra en el suelo, una naranja verde para hacer de pelota, algún paquete de chuches vacío con el que inventar algo, y sobre todo, ser algún personaje cuando se jugaba a ser algo. Porque la frase "¿vale que yo era... ?" siempre era sinónimo de jugar a una serie de la televisión que entonces nos distraía.
Y por aquellos entonces nuestra serie era V
Incluso para saltar a la comba había una cancioncilla que cantábamos en los recreos, con el uniforme remangado y doblado en forma de pantalón para poder saltar mejor, cosa que las monjas detestataban, y que decía así:
"sangre cuajada de primera división
la toma Diana para hacer la digestión
se monta en su nave a todo motor
su comida preferida es el ratón"
Todos nos sabíamos la trama, los personajes, todos teníamos nuestro preferido, cómo nos gustaría que fuese, quién queríamos que ganase y sobre todo, todos sabíamos quién queríamos ser.
Yo siempre me pedía ser Diana, la mala de la serie, o Diana, la lagarta mala [nota: léase |daiana|]. Y como dice Miss Rosenthal a propósito del piqui/no piqui, es cierto eso de que había en nuestra infancia una especie de factum o regla no escrita, por encima de cualquier regla, que todos aceptábamos y que consistía en que si alguien era el primero en decir un "me pido ser...!", o "tu te pides ser...!", por encima de cualquier otra cosa... SE RESPETABA.
Y yo... pues tenía la suerte de ser la primera siempre en decir "me pido ser Diana!!!". Y ahí me ponía yo, a mis 6-7-8- años, en pose perfecta de mala, mirada felina, mente calculadora y... andando de puntillas a golpe de cadera. Porque Diana siempre iba con unos tacones altísimos... Y a mí Diana me parecía super stylish [o estiloso, como se decía antes], con esa pose de mala malísima sin escrúpulos y sin piedad, capaz de mantener la dignidad intacta ganase o perdiese... Y una, que siempre ha sido bastante buena, sentía una especie de rechazo/devoción por un personaje así. También ayudaba ser de mis amigas la morena, blanquita de piel y de los ojos grandes. ;-)
Desde entonces sólo ha habido otra "mala" de cine que me haya provocado la misma sensación que la que Diana me provocara en su día, con esa mezcla de admiración/devoción y rechazo...
Y me veo a veces a mí misma en la lucha diaria del trabajo [a veces tedioso e inhumano], imaginando que soy igual de mente fría que Miranda Priestly, y que cual Miranda, no, no me duelen las malas artes de jefes y compañeros. Porque muchas veces, duelen y mucho.
(Además, ya sabeis que adoro a Meryl Streep)
(Además, ya sabeis que adoro a Meryl Streep)
Sigo la nueva versión de V, pero es para mi gusto mucho más elaborada en la trama, pero con una estética demasiado falta de... emoción. Y es que en la serie clásica era todo más simple... lagartos malos, humanos buenos. Pero tenía mucho más glamour, más emoción y más acción... Y creó personajes que aún hoy perduran, como por supuesto Diana, Willy, el lagarto bueno (antes de que fuse abducido por Freddy Krueger!), por supuestísimo el guapo de Mike Donovan [suspiro], Julie la heroína, Lydia la sempiterna rival de Diana, la niña de las estrellas Elisabeth.... Y es cierto, aún con esos efectos medio-especiales, esas naves de pega, esas peleas y disparos tan evidentemente de mentira, esos pantalones marcones e hiperajustados, esos cardados y demás... Vamos, que me sigo quedando con la versión de los años 80.
Pero me planteo una duda, ya que si jugasen a V, ahora a las niñas de ahora les tocará eso de ser Anna, la mala de los visitantes. ¿pero querrían ser Anna? Porque ni por asomo es ni la mitad de glamourosa de lo que lo fue su predecesora (cardado incluido).
Este momento nostalgia me hace recordar muchas cosas. Porque yo fui una niña muy feliz. Y aún a veces mi infancia me parece que la dejé ayer, y me veo recordando algún momento de risas e ingenuidad. Y por ello me esfuerzo en seguir siendo feliz día a día, sin más meta que mañana, para poder guardar en mi azotea momentos que me saquen sonrisas en tiempos de lluvia.
Y como la nostagia tiene eso de malo, me está ocurriendo eso que dicen los mayores, de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Pero tranquilos, no voy a recordar ese famoso powerpoint que a buen seguro le 90% hemos recibido, de "dedicado para tí, que creciste en los 80".
Tengo la suerte de vivir en un maravilloso pueblo y me siento muy orgullosa de tener una filosofía de vida "slow". Lo que ocurre es que ahora es raro ver a niños jugar a ser personajes o crear historias en las que varios niños amiguitos de la misma calle se juntan y pasan horas sin la vigilancia de algún mayor, porque sólo juegan, como hacíamos nosotros, los niños de nuestra generación.
Pero siempre hay una honrosa excepción. Y siempre existen esos madres y padres valientes que se niegan a que sus niños crezcan vinculados a la consola y esclavizados por las actividades extraescolares. No niego que jugar a la consola sea divertido. O ver series de televisión. Lo que sí opino es que eso no es el todo del juego de un niño, porque un niño necesita ser eso: un niño. E inventar, imaginar, ensuciarse, correr... Y como padres, dejarle saltarse las normas de vez en cuando y ser firmes con ellos y decirles no, cuando deban serlo...
Como ella.
Ahí donde la veis, la maravillosa modelo de la colección Minerales, de Zarzaparrilla para Los tesoros de Senda, es una fantástica persona y madre de los dos niños más adorables que conozco. Y un ejemplo muy cercano, de cómo se puede conjugar ser madre y no morir en el intento. Y doy fe de que sus hijos, los dos, un día recordarán aquellos años de la infancia como "aquellos maravillosos años".
Y aunque me contesta "llévatelos, sin problema!", cuando le digo que un día se los voy a quitar, estoy convencida de que los adora por encima de todo lo demás, y de la dedicación que está invirtiendo en hacerlos crecer como niños y la atención/desatención que les presta, y que a duras penas compagina con su trabajo de restauradora, pintora, maestra, ceramista y artesana, madre, esposa... y "mi modelo". Y que son ellos, Á. y E., el motor de su todo.
Sí, positivamente sé que es feliz. Y aunque ella no lo sepa, es una superwoman. Y acerca de cómo "ser madre hoy", todo un ejemplo para mí.
Feliz finde y muchos besos para todas las que sois mamis. Todas sois ejemplos.
Smilax
PD_He estado varios días sin ordenador. Os pido disculpas a los que esperabais noticias o mail de BeneficiArte, 2010, pero ya se arregló todo!