31.8.12

Reflexiones sobre la identidad de una diseñadora en ciernes

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En plena efervescencia de la moda española con mayúsculas en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, con carrera emprendida de joven promesa o aspirante a, me sumerjo y me adentro en las tendencias y las colecciones, disfruto aprendiendo y aprendiendo de lo que sucede a mi alrededor. 

La ventaja de la época que me ha tocado, la principal ventaja es la cercanía a la semana de la moda desde la tranquilidad de mi casa o el batiburrillo de mi taller de costura (atelier, en francés). Y si a eso le sumas la disponibilidad de la información a través de las redes sociales y las app varias, hace que me sienta integrada en la ebullición de la semana más vertiginiosa cuando no puedo estar allí mismo.

La desventaja es la sensación de frustración que aparece cuando, ante un espectáculo magnífico como es ver una colección desfilar, te sientes que no puedes tocar lo que está ocurriendo aunque lo estés viendo en directo.

Pero bueno, la verdad es que la reflexión, si es que se le puede llamar tal, no va tanto por la presencia-ausencia de estar en IFEMA ahora mismo. Pero aparece en mi cabeza, sobre todo en estos precisos momentos. 

Y es la IDENTIDAD.

¿Qué ha pasado con la identidad de una firma, con los cánones estéticos que el creador, vivo o ya fallecido, de una cada de moda, creó y desarrolló?

Porque a mí cada vez más, me resulta más complicado a un simple vistazo reconocer quién ha diseñado qué y quién firma qué, si no es por un pie de foto acompañando.

Normalmente juego al "descubre al diseñador" cuando veo una editorial de moda en cualquier revista, para probarme a mí misma, para ver si mi conocimiento alcanza a reconocer lo que tengo delante o solo tengo nociones de aficionada. Y ardua tarea la de aprobar. Cada vez más.

Hoy, viendo en diferido el esperado desfile de presentación de Josep Font como director creativo de Del Pozo, he podido ver el ejercicio estético del señor Font y con agrado comprobar cómo independientemente de que es lícito imprimir su dibujo y su sello en esta colección que él ha diseñado (es un grandísimo profesional), ha sabido aunar magistralmente lo que es crear él (ser creador) y lo que es crear en Del Pozo (ser el diseñador de una firma con legado) Y por ello muchos han respirado aliviados. Porque el valor de Del Pozo ahora va a ser doble: Es Josep Font diseñando en Del Pozo. Es Jesús del Pozo aún presente.



En un mundo tan cambiante y tan rápido, veo que muchas veces, las tendencias se comen a la firma, al diseñador y llega un momento en que la esencia que caracterizó a una casa se pierde hasta el punto de confundir quién es el que está detrás de esa pieza que tienes delante en una portada de revista o en una editorial. Por poner un ejemplo, por más que lo intento he dejado de reconocer la identidad de algunos en su actual trabajo, tal es el caso que me ocurre con Victorio & Lucchino. Y particularmente en esta casa siguen estando sus fundadores al frente. Así que no sé muy bien cómo describir aquellos en los que la herencia ha pasado de manos. ¿Egos incontrolados y demasiado grandes, de directores creativos que al final se destapan y se comen el sello de la casa para la cual trabajan? Siempre he pensado que el caso de Galliano para Dior es un ejemplo en este sentido y me ronda la cabeza pensar que su caída en desgracia no solo se ha debido a sus infortunadas expresiones personales (de sobra conocidas), sino que algo de "volver a la esencia perdida del maestro" ha habido en su marcha forzada de la maison (Suena muy a teoría de la conspiración, lo sé, pero es lo que pienso)

Y es que antes, y no mucho antes, de un plumazo reconocías un Yves Saint Laurent o un Paco Rabanne (casa ya casi relegada a la perfumería, pero bueno), captabas al vuelo que tenías delante un Chanel o un, más lejos incluso, ves un Balenciaga y sabes lo que estás viendo. No sé qué pensar de la intención de volver a crear bajo el nombre de Schiaparelli... Veías la costura en cuanto la tenías delante. Veías la 'marca italia', la 'marca francia'; la 'marca españa'. Algo que Josep Font nos ha devuelto.

Claro que hay honrosas excepciones y nombres. Un Missoni sabes que es un Missoni cuando lo ves. Prada, dentro de su locura creativa, se reconoce que es Prada. Gracias, Sara, por el trabajo que estás haciendo en Alexander McQueen. Tras ver la exposición 15 años sin Gianni, del Museo del Traje, he comprendido un poco mejor el trabajo de Donatella en el legado de su hermano y cómo ha sabido no perder demasiado el rumbo del universo estético que el italiano creó con Versace, me guste o no el universo Versace. Y aquí en España, me alegro mucho de que Davidelfin sea fiel a no perder su esencia. La Casita de Wendy es otro caso. Tras más de 10 años en este mundo, siguen  fieles a la idea de marca que crearon Inés e Iván. Montesinos, creo que es un diseñador que contra viento y marea ha sido fiel a su estilo; repito, me guste su esteticismo o no. Y por fortuna muchos más, han sabido navegar en estas difíciles aguas de la identidad.

Así que con mucho agrado he comprobado que Josep Font va a tratar con una delicadeza exquisita el legado que ha recibido de Jesús del Pozo.


No hablamos de gustos estéticos o preferencias estilísticas.

Hablo de IDENTIDAD. De carácter. De transmitir, no solo la inspiración del momento, sino tu ser, tu yo creador. 

Hablo de no perder la esencia de lo que estilísticamente te define como creador. O que define la maison para la que sirves.

Algo para mi tan importante cuando llevo una trayectoria tan pequeña y lucho por definirme cada día.

Imágenes de la colección SS 2013 de Del Pozo vía Vogue

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